Es triste aceptar que en la mayoría de las familias mexicanas somos educados con un modelo lleno de machismo. Nos tenemos que adaptar a la heteronormatividad que nos imponen para seguir el rol que nos corresponde según seamos hombres o mujeres. No es exagerado decir que México es un país bastante homófobo y que una orientación sexual diferente nos condena a una vida llena de insultos por romper con la educación poco tolerante con la que fuimos criados.
La sexualidad se utiliza como una herramienta para descalificar, ofender, denostar y estigmatizar. Palabras como “puto“, “maricón“, “puñal” o cualquier otro sinónimo peyorativo son utilizadas para ofender, pues generalmente se usan para definir a una persona homosexual de manera discriminatoria.
Para la Suprema Corte de Justicia de México, las manifestaciones homófobas caen dentro de la categoría de discursos de odio.
Según la Suprema Corte de Justicia de la Nación este tipo de expresiones no están protegidas por el derecho a la libertad de expresión y próximamente quienes se atrevan a usarlas en medios de comunicación serán sancionados por daños a la moral.El hecho de que aquellos que tienen en sus manos el papel de informar a la población utilicen ese tipo de palabras fomenta el rechazo hacia la comunidad LGBT.
Muchos pensarán que esta medida es exagerada pues estamos acostumbrados a este lenguaje desde pequeños y vemos muy natural esta forma de expresarse y de referirse. Por esta razón el lenguaje homofóbico es muy común en varios medios de comunicación a pesar de que en 2011 el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) editó el manual “Escrito sin d. Sugerencias para un periodismo sin etiquetas“. Con este manual se esperaba que los comunicadores dejaran de utilizar términos ofensivos, especialmente para referirse a la comunidad LGBT. Dicho manual se difundió entre periodistas a lo largo del país, pero al parecer los esfuerzos para empezar a eliminar el lenguaje de odio en los medios de comunicación no fueron suficientes.
Esperemos que esta medida haga que por las buenas o por las malas los medios de comunicación dejen de promover la discriminación en nuestro país. Aquellos que sigan utilizando este lenguaje tan ofensivo tendrán que empezar a rellenar el cochinito para pagar las jugosas multas a las que se harán acreedores si se les vuelve a salir una de estas palabritas, tan folklóricas y discriminatorias a la vez.